Estamos en un punto de la temporada, que aunque precoz, es tan combulsa por momentos como intrigante por el devenir de los acontecimientos a muy corto plazo, con partidos tan seguidos en donde cada uno es una reválida del anterior, se gane o se pierda. En Valencia, ya se sabe, vamos de examen en examen. Aquí, como en todos lados, se tiende a simplificar el concepto futbolístico de lo bien o lo mal que lo ha hecho un equipo en función de un supuesto buen juego. Ése, del que luego nadie se pone de acuerdo. La diferencia es que no es lo mismo jugar bien que hacerlo bonito.
De Nuno no se entiende que a los delanteros no les lleguen balones, pero cuando les llegan (que es en todos los partidos; unos más otros menos...) este año no la meten como sí lo hacían la campaña pasada. A Rodrigo se le pita al salir al campo, sin darle opción a fallar una clara ocasión, y sin tenerle en consideración que está negado pero se mueve y muestra una actitud que no se ve en otros. A Alcacer, de la Terreta y perdonándole todo aunque falle, le vitoreamos con la Roja, y con Negredo tenemos esa extraña sensación de que en cualquier momento volverá el de Nervión y marcará a pares goles como al del Mónaco. Y no.
La crítica con los delanteros es muy selectiva, todos juegan cerca o lejos del área, y aunque masacremos a unos y disculpemos a otros, al final siempre la culpa recae en el mismo. Todos sacamos ese entrenador que llevamos dentro, pero cargamos contra el satanizado entrenador portugués que aunque juegue con un delantero, con dos, por bandas o por dentro, es el blanco de todas las iras, se gane o se pierda, se haga bien o mal. Creo que ya está bien de atacar al mismo por todo, los males deportivos del Valencia vienen por otras causas que no son las del "buen juego".
Yo, que soy más Salvista que Lalo, no consigo entender ese ataque masivo e indiscriminado por absolutamente cualquier defecto táctico que se intuya a la vista. Negredo falló un gol cantado en San Mamés que, por un delantero de 30 millones es intolerable fallar. Lo siento mucho, he querido creer en Álvaro, y ojalá al final de temporada tenga que rectificar, pero si es el pensamiento del entrenador yo estoy de acuerdo con él: no creo que vuelva a ser el que fue. Comprar es comprar, bueno o malo, y te puede salir barato o caro. Negredo nos ha salido caro. Fin de la cita.
El problema del Valencia de este año es que no muestra capacidad de reacción al primer golpe. Mientras, en el tanteo, su estrategia se muestra tal y como lo hacía en la 14-15. Se ganaba madurando los partidos, sin brillantez. Lo demás son pura demagogia y excusa para culpar a un entrenador que sigue teniendo a los mismos jugadores como base de sus alineaciones y a quienes no se les debe permitir que se olviden de jugar al fútbol, que es su profesión y para ello se les paga. El equipo, cuando cae a la lona, no sabe levantarse. Esto es lo que hay saber arreglar.
Me indigna, y entristece a la vez, que siempre se valore lo de fuera pero nunca lo de dentro. Se puede ser exigente pero sin desviar la realidad. Dar valor a una derrota contra el City y no una victoria al Gent me parece frustrante, pero también injusto. Si los valores de referencia ahora van a ser los de un equipo que entrena un señor que estuvo aquí cuatro años y que salió a gorrazos y exigiéndole devuelva la insignia, apaga y vámonos. Nos obcecamos de tal manera que perdemos el oremus. Los argumentos, así las cosas, acaban brillando por su ausencia.
La impaciencia nos lleva a satanizar y eso no es bueno. Que a Nuno se la tenemos jurada desde verano es un hecho irrefutable, y la irregularidad de los resultados acompañado de altibajos de competitividad es el móvil perfecto para el crimen. Pero estamos al nivel de la Iglesia, poniendo al Diablo en la imagen del técnico como proclamado enemigo común y la gran mayoría ruidosa accede gustosamente a la campaña contra el siempre antagonista del guión.
Soy de esa minoría, más silenciosa, que prefiere ser paciente. Ni mejor ni peor, solo paciente. Puedo ser de Salvo y aún creer que el portugués puede ser nuestro entrenador para ganar cosas sin entrar en el juego del o conmigo o contra mí. La perspectiva puede, y debe, ser mucho más amplia. La pizarra es la que marca el plan, y si se gana es que ha salido bien, lo demás son milongas e histerias a fondo perdido.
De Nuno no se entiende que a los delanteros no les lleguen balones, pero cuando les llegan (que es en todos los partidos; unos más otros menos...) este año no la meten como sí lo hacían la campaña pasada. A Rodrigo se le pita al salir al campo, sin darle opción a fallar una clara ocasión, y sin tenerle en consideración que está negado pero se mueve y muestra una actitud que no se ve en otros. A Alcacer, de la Terreta y perdonándole todo aunque falle, le vitoreamos con la Roja, y con Negredo tenemos esa extraña sensación de que en cualquier momento volverá el de Nervión y marcará a pares goles como al del Mónaco. Y no.
La crítica con los delanteros es muy selectiva, todos juegan cerca o lejos del área, y aunque masacremos a unos y disculpemos a otros, al final siempre la culpa recae en el mismo. Todos sacamos ese entrenador que llevamos dentro, pero cargamos contra el satanizado entrenador portugués que aunque juegue con un delantero, con dos, por bandas o por dentro, es el blanco de todas las iras, se gane o se pierda, se haga bien o mal. Creo que ya está bien de atacar al mismo por todo, los males deportivos del Valencia vienen por otras causas que no son las del "buen juego".
Yo, que soy más Salvista que Lalo, no consigo entender ese ataque masivo e indiscriminado por absolutamente cualquier defecto táctico que se intuya a la vista. Negredo falló un gol cantado en San Mamés que, por un delantero de 30 millones es intolerable fallar. Lo siento mucho, he querido creer en Álvaro, y ojalá al final de temporada tenga que rectificar, pero si es el pensamiento del entrenador yo estoy de acuerdo con él: no creo que vuelva a ser el que fue. Comprar es comprar, bueno o malo, y te puede salir barato o caro. Negredo nos ha salido caro. Fin de la cita.
El problema del Valencia de este año es que no muestra capacidad de reacción al primer golpe. Mientras, en el tanteo, su estrategia se muestra tal y como lo hacía en la 14-15. Se ganaba madurando los partidos, sin brillantez. Lo demás son pura demagogia y excusa para culpar a un entrenador que sigue teniendo a los mismos jugadores como base de sus alineaciones y a quienes no se les debe permitir que se olviden de jugar al fútbol, que es su profesión y para ello se les paga. El equipo, cuando cae a la lona, no sabe levantarse. Esto es lo que hay saber arreglar.
Me indigna, y entristece a la vez, que siempre se valore lo de fuera pero nunca lo de dentro. Se puede ser exigente pero sin desviar la realidad. Dar valor a una derrota contra el City y no una victoria al Gent me parece frustrante, pero también injusto. Si los valores de referencia ahora van a ser los de un equipo que entrena un señor que estuvo aquí cuatro años y que salió a gorrazos y exigiéndole devuelva la insignia, apaga y vámonos. Nos obcecamos de tal manera que perdemos el oremus. Los argumentos, así las cosas, acaban brillando por su ausencia.
La impaciencia nos lleva a satanizar y eso no es bueno. Que a Nuno se la tenemos jurada desde verano es un hecho irrefutable, y la irregularidad de los resultados acompañado de altibajos de competitividad es el móvil perfecto para el crimen. Pero estamos al nivel de la Iglesia, poniendo al Diablo en la imagen del técnico como proclamado enemigo común y la gran mayoría ruidosa accede gustosamente a la campaña contra el siempre antagonista del guión.
Soy de esa minoría, más silenciosa, que prefiere ser paciente. Ni mejor ni peor, solo paciente. Puedo ser de Salvo y aún creer que el portugués puede ser nuestro entrenador para ganar cosas sin entrar en el juego del o conmigo o contra mí. La perspectiva puede, y debe, ser mucho más amplia. La pizarra es la que marca el plan, y si se gana es que ha salido bien, lo demás son milongas e histerias a fondo perdido.
Óscar
@HinchaVCF