martes, 8 de marzo de 2016

La simpatía de Gary ya no hace gracia

No se puede estar escribiendo cartas a los protagonistas cada mes, es imposible. Éstos deben estar capacitados para entender lo que ocurre a su alrededor sin que ningún Don Nadie, en forma de aficionado decepcionado como yo, le esté mandando misivas sin destino  fijo. En caso contrario tienen un problema, y nosotros también, dado que nuestro estado de ánimo depende muy mucho del rumbo que ellos les den a nuestro barco. Un barco, llamado Valencia CF, que cada vez se parece más al Titanic. Sin opción, sin tripulación, sin mando. Nadie sabe a dónde va, todos sabemos a dónde no llegará, de seguir así. Uno está cansado ya de querer creer, de querer confiar, de querer defender un proyecto sin pies ni cabeza. El crédito del modelo deportivo (no financiero) de Lim se está agotando irremediablemente. Sin remisión.

Esto no tiene por dónde sostenerse. Por más que rebusques no hay muleta para apoyarse, el equipo se descompone con cualquier rival medio trabajado, no hay razones ni argumentos futbolísticos que den pie a la dogma de fe. Ni siquiera eso. El "trescerismo" se queda en mero hábito de anécdota parafraseadora, sin más. Una costumbre que por lástima, y en clave humorística, casi rozando lo irónico, no quieres dejar de exprimir por si así fuera posible convertirla en realidad. Pero este equipo es una lágrima, un drama, y no queda más que aceptar la cruda realidad. Ya soy un escéptico.


Pensar en ganar a un equipo como el Atlético de Madrid supera los límites del optimismo. Va más allá de eso. El Athletic de Bilbao es ahora mismo, como casi cualquier otro, un rival demasiado duro como para afrontarlo con opciones en Europa League. O es excesivamente inferior, o no damos la talla. Lim debería empezar a asumir que por este senda nos vamos al hoyo. Y no con eso quiero decir bajar a segunda, porque no necesariamente el descenso es sinónimo de pozo sin fondo. La hecatombe tiene múltiples opciones.

Reconozco que me hice de Gary a la primera y sin mirar. Me tiré a una piscina vacía de la que quise creer con el gancho del liderazgo como excusa. Y piqué. Mordí el anzuelo porque quise creerme que el diagnóstico de Meriton era el correcto, hacía falta un líder y el "amigo" Gary cumplía el perfil. Y a mí, después de un par de ruedas de prensa, me tenía ganado el que venía a sustituir a un satanizado Nuno, que a poco que hiciera bien fácil se iba a ganar un vestuario roto, destrozado y anulado (supuestamente) por el portugués. Pero casi tres meses después los números son mucho más dramáticos ahora que antes.

Porque al menos antes el equipo tenía cierta sustancia atrás, pero ahora somos un coladero. Y así me preocupa que se pueda estar hablando de renovación cuando ahora todo va peor. ¿Qué méritos se han hecho para seguir más allá de junio? Ni siquiera la ilusión de la Europa League podría ser consecuencia de ampliación de contrato por adelantado. Los resultados lo desaconsejan. Hasta ahora (casi) todos podemos estar de acuerdo que desde verano la Dirección del club, en cuanto a lo deportivo, es un cúmulo de despropósitos. Error tras error. Con el amiguismo como modelo, la nave se derrumba, y cualquier asesor debería poder quitarle la venda a la Propiedad.


Las sensaciones invitan al pesimismo constante. La temporada se hace larga y el calvario interminable. Cada vez Europa se antoja como un destino inalcanzable por cualquiera de las vías (im)posibles. 
A Neville Mestalla se le quedó definitivamente grande, sin carácter ni muestra de reacción a situaciones encarables para entrenadores con recorrido, que son los que necesitamos. Jugadores que se creen de élite, renovaciones sin sentido. El equipo no está nada trabajado, y la barrera idiomática es tres meses después igual de grande que el primer día. En el fútbol actual (y no tan actual) no hay razón para pensar que Neville merezca renovar, ni siquiera de que continuara ahora mismo al frente del banquillo. Sus números no son aval.

La confianza quedó en nada, la plantilla cada vez cree menos en él, la mofa se instaló en el vestuario, Mestalla está dictando sentencia. Su capacidad como primer entrenador del Valencia CF quedó en entredicho y no ha superado el periodo de pruebas. En cualquier otro equipo, sin ser amigo del dueño, ya estaría en la calle. Las dudas sobre él no se disipan. No fue un revulsivo y a mí no me ha sabido ganar ni con un mediocre beneficio de la duda. Su sonrisa ya no me cautiva. Estoy cansado de tanto bochorno y ridículo Necesitamos un entrenador, no un actor de comedia.

Óscar
@HinchaVCF
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