lunes, 18 de enero de 2016

Jugadores culpables

El Valencia es un equipo a la deriva en Liga, y las copas sirven solo para desearlas desde una lejanía escéptica, sin más fuerza que la propia ilusión de un hincha deseoso de salir de esta maldita vorágine de imagen, juego y resultados de depresión. Porque deprimente es, sin duda, las sensaciones de la temporada, que debía empezar con grandes ilusiones, hechas trizas prácticamente antes de comenzar, y visto lo visto en el verde no hace más que confirmar que al paso que vamos la Liga es cosa de soñadores sin rumbo, y yéndonos de "copas" nos queremos aferrar al "muy mal se nos tiene que dar esta noche", aunque siempre creyendo que, pensándolo fríamente, hoy tampoco mojaremos.

El cambio de entrenador no ha dado esa mejora esperada. El liderazgo no está dando resultados, y siempre queda esa pequeña pero no despreciable duda de la inexperiencia para pensar que quizás se volvió a errar en otra decisión deportiva. Pero en ésta aun es pronto como para dictaminarla como tal, que Neville no ha podido demostrar, ni siquiera por indicios, que era el remedio a los males de este equipo es un hecho, a día de hoy. Un equipo apático, indolente e inerte. Un grupo que cada vez más se queda sin excusas para no estar en el (único) punto de mira. Porque pasan las jornadas, las semanas, los partidos...y los únicos que son los mismos son ellos: los futbolistas.

Lo primero que se me vino a la cabeza con el cambio de entrenador fue "quitado el quiste, se acabó la enfermedad", las principales víctimas de un jefe dictador se quitarían de la noche a la mañana un problema que bloqueaba su talento, en entrenamientos y partidos. Cualquier empleado maltratado por un superior, al sentirse liberado por su ausencia ya definitiva, debe encontrar esa paz y alegría para reengancharse y motivarse en su puesto de trabajo. Esa alegría nunca se ha plasmado en este mes y medio con el inglés. Y es inconcebible que comparemos las maneras del portugués con las del actual "Mister".

Los contrastes en partidos ante los (supuestos) difíciles y los más asequibles son tan evidentes que todo me sigue apuntando a la dejadez voluntaria de unos nada profesionales del balón, que en absoluto tienen respeto  por el escudo del club que les paga, y de los aficionados que en parte pagan su ficha, de aquellos a los que les piden continuamente apoyo incondicional, partido sí y partido también. La actitud es la forma de justificar tu puesto de trabajo, y los nuevos por nuevos y los viejos por no dar un paso adelante y tirar del carro están hundiendo cada vez más la ilusión de unos aficionados hartos de esta tomadura de pelo.


A Meriton no le están sabiendo orientar. No me creo que ellos, por sí solos, sean capaces de cometer tanto error en la parcela deportiva. No me gusta la llegada de Pitarch, segundas partes nunca fueron buenas, y su marcha en 2004 ya fue suficientemente precedida por situaciones combulsas como para creer que "el Director Deportivo del Doblete" es el hombre que necesitamos. Todos (quizás) estemos de acuerdo en que necesitábamos esta figura, pero (quizás) también estemos todos de acuerdo en que no es ésta la persona para ocuparla. Como tampoco esa idea de darle a Ortí rangos honoríficos como representación del club. Ya estamos con la mirada puesta en el Doblete. Señores, Jaume era una marioneta de Llorente, ése del que todos salen como enemigos de ustedes, además que se presta a intervenciones públicas para reírse y burlarse de quienes quieren darle ese premio por sus servicios del pasado.

Puestos a seguir la filosofía de primeros de Siglo, traigamos jugadores con carácter, de esos que mataban por su compañero, capitanes de orgullo, raza y amor propio, y no futbolistas acomodados y endiosados con altos sueldos y sangre de horchata. De renovaciones tan caprichosas como injustas e innecesarias. Más Barajas, con talento y honradez incuestionable al escudo de su camiseta. Gente por la que la afición podamos decir, se gane o se pierda, éstos son mis jugadores. Éste es mi equipo, con orgullo. Limpiemos el vestuario de parásitos disfrazados de futbolistas que continuamente se esconden. Con los de ahora, salvo rara excepción, a lo único que hemos llegado es a resignación e indiferencia. No creemos en ellos porque ya no nos dan motivos para creer en ellos.


Óscar
@HinchaVCF

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