jueves, 4 de febrero de 2016

Carta abierta a Peter Lim

Hola Peter, tú no me conoces, o igual sí. Soy uno de tantos que desde hace ya más de dos años ha ido por la senda del valencianismo autoconvenciendome, a mí y al resto, de que lo que nos espera, gracias a ti, va a ser muy grande. Tan grande que ni siquiera nosotros somos conscientes de su magnitud. La verdad, que aunque la distancia desde mi hogar hasta Mestalla se cuenta por cientos de kilómetros, la cercanía con la que vivo todo lo relacionado con mi club y el equipo es muy palpable. Ya sabes, por un ejemplo claro en Kimmy, que gracias a las redes sociales, hoy en día estás al tanto de todo en cuestión de escasos segundos. Y casi, casi, sin moverte del sofá, puedes estar participando en una macromanifestación gracias a los Hashtags. Esas etiquetas que pueden teletransportarte a una concentración contra Bankia. En favor tuyo, curiosamente.

Contigo, y a pesar de indeseables parásitos, vividores del Valencia CF, se abrió una cortina de creciente ilusión durante 2014 con el deseo de que te hicieras con nuestro club, para convertirlo (en un plazo medio-largo) en uno de los grandes de Europa. Y quien sabe, quizás también del mundo. Muchos no te querían creer, otros lo hacíamos con los ojos cerrados. Esos hashtags, que pedían incesantes e incansables que te vendieran a ti la mayoría accionarial, también eran granitos de arena que llegaban, en parte, desde mi casa. Porque yo estaba convencido de que contigo, el crecimiento de mi Valencia sería inagotable. Poco a poco, empezando desde cero y por la parte financiera, la cual requería  de una acción prioritaria. Porque sí, Peter, la situación del club, cuando llegaste era realmente preocupante y al borde del abismo institucional. 

Pero eso pasó. Queda deuda por liquidar pero, gracias a ti, la situación está controlada. Y una deuda controlada, no es deuda preocupante. Por lo que nos podíamos centrar en lo que realmente nos gusta; hacer un buen equipo y ganar partidos. El año pasado, sin que aún estamparas tu firma y te hicieras con las riendas, ya manejabas los hilos y hacías una declaración de intenciones con los préstamos de buenos futbolistas que iban a mejorar considerablemente nuestro nivel futbolístico. No eras el dueño, pero ya ejercías. A veces nos temíamos lo peor, cuando nos llegaban noticias de algún amago de plante y renuncia. Era comprensible. Desde Valencia seguían las interesadas ratas de alcantarilla en seguir chupando de un club del que quieren aprovecharse y servirse, a costa del sentimiento de miles y millones.

Nos sorprendió que prescindieras del, por aquel entonces, nuestro entrenador, del que creíamos podía hacer algo interesante con tu gestión en la cúpula y él empezando desde una pretemporada. Pero creíamos en ti ciegamente, queríamos entender, y entendimos, que quisieras comenzar a poner tus piezas de confianza sobre el tablero. Ibas de la mano de Amadeo, y con él nosotros (lo entendiste bien rápido) la acogida te fue muy fácil. Si eres su hombre, eras nuestro hombre. Fe ciega. Fue simple. ¿Sabes que le llaman el Mesías?. Simplemente sabía representarnos. ¿Por qué le dejaste marchar?. Erais la dupla, nuestra dupla. Salvo-Lim, Lim-Salvo.
Ya sé que la decisión era suya, y que tarde o temprano tenía claro que dejaría el puesto, pero sabes que no se fue en el momento previsto. Las cosas ya no eran como antes, diste permiso para campar a sus anchas a gente externa, a poner y quitar, a mandar donde no debían, a invadir espacios ajenos. Al final convertiste una asociación, intocable en Valencia, en una separación tan dolorosa como incomprensible. Ni Salvo, ni Rufete. Solo Nuno. Con Mendes.

Aunque llorando, culminamos el objetivo de entrar en la Champions. Pudiste comprobar de nuevo la ilusión que se desborda en el valencianismo, sin importar pasar días a la intemperie por una entrada. Y aunque no nos gustaba lo que empezábamos a ver (ya se te hizo entender en la Presentación) mientras el equipo siguiera ganando, nosotros contentos. Pero era el declive. El comienzo de una caída que, por aquel entonces, era impensable, excepto para los agoreros. Aquellos que siempre saben, con suficiente antelación, que el apocalipsis va a llegar. Como el cuento del lobo, que al final, cuando llega de verdad, nadie se lo cree.
Tuviste que entender que Nuno no podía seguir, pero continuabas con la fe ciega en un Agente que solo tú puedes confiar en él. Porque en Valencia, amigo Peter, no lo queremos ver. Y por muchas apariciones de Layhoon negando por activa y por pasiva la relación "Yorye" con el club, la verdad es que sigue estando tan cerca como peligro lleva para nuestros intereses. Ninguno en favor del Valencia. Al menos no que le importe a él.

Trajiste a un inexperto entrenador de fútbol cuando todos creían que lo que necesitábamos era alguien con suficiente conocimiento y veteranía en los banquillos como para reconducir uno que estaba en peligro de explosión. Excelente analista, mítico y reconocido exjugador de primer nivel. Un líder. Porque "la Jefa", a la que le tengo un enorme aprecio, respeto, y cariño como profesional, aseguraba el diagnóstico de la necesidad de liderar a la plantilla. Algo del que adolecía un equipo con dudas de capacidad. Yo os creí. Os quise creer una vez más. Me dije; si es lo que creen confiemos.

¿Sabes? Ayer estuve en el Camp Nou. No creo necesario explicarte la vergüenza que pasé. Seguramente tú la pasaste también, desde la lejanía de Hong Kong. Porque hoy me he enterado que estabas en Hong Kong con tu amigo Mendes. No sé si durante el partido, o después. La verdad es que eso me da igual. Puedes ser amigo de quien quieras, y hacer negocios con quien creas conveniente. El problema es cuando esas amistades perjudican a mi Valencia. En el último gol que nos marcaron (gracias que pitaron el final), escribí un tweet muy escueto pero de un gran significado: "1993-2016". Desconozco si lo entenderías, de leerlo en el momento de publicarlo, o si tendrían que explicártelo. Para cualquier valencianista, con el último gol del Barça encajado anoche, ese tweet tendría un trágico significado.

Yo vivía en Huelva, y apenas tenía 19 años. En la ida ganamos 3-1 a un rival de menor nivel que el nuestro. Éramos líderes de la Liga, teníamos a un jugador con pinta de crack mundial y un entrenador de juego vistoso. Alemania nos sacó los colores, y recuerdo que ente tal shock lo único que deseaba es no tener que vivir nunca más ese varapalo. De lo único que me alegré es de no vivirlo en el campo. Aquello debió ser terrorífico para los héroes que se desplazaron (no fueron muchos, afortunadamente). Ese mal sueño lo viví anoche en directo, rodeado de aficionados rivales que, entre otras cosas, pedían sangre. Querían nuestra sangre, Peter. Disfrutaban de nuestro dolor. Se sorprendían de nuestra incapacidad. Se reían de nuestro entrenador y de nuestros jugadores. Era muy humillante, Peter. ¿Era esto lo que querías conseguir con nuestro Valencia?.

¿Sabes? Yo miraba continuamente a los valientes que creyeron en hacer 700km en 12 horas, por ver ilusionados un partido de coraje y orgullo de nuestro equipo. Ya no te digo ganar, eso es solo para soñadores, y nosotros no podemos soñar porque tenemos pesadillas. Solo queríamos salir vivos para jugarnos la eliminatoria en casa, en Mestalla, con los nuestros. A vida o muerte. Esos que no paraban de cantar a pesar de los pesares. En el gallinero enjaulado, allá arriba del todo, donde el frío es más frío. Allí donde el corazón se paralizaba con cada gol encajado. Donde el alma se caía al suelo en cada jugada de indolencia y pasividad de los nuestros. Eran la representación de una afición muerta de asco por la falta de actitud de sus jugadores. Nos sentimos humillados, Peter. Aquello no ha sido una derrota, aquello ha sido un fusilamiento de 90 minutos. Una tortura. Necesitamos caracter, Peter. Necesitamos un grupo que muestre una identidad. Necesitamos sentirnos representados sobre el verde.

Peter, yo no sé cuál es tu plan. Ahora permíteme sentirme perdido y con la creencia anulada. En lo económico estoy tranquilo, estamos tranquilos. No hagas caso de esos "intocables guardianes del Sentiment" porque estarán como vampiros esperando poder chupar cualquier gota de sangre que esputes. Pero el equipo, Peter, lo que nos da o quita la vida cada domingo, éso, es lo que hay que cambiar. Y hay que empezar reconociendo más errores, Peter. Nos equivocamos renovando a la alza a jugadores sin valor real de mercado, endiosados injustamente sobretodo por ellos, porque se lo han creído Peter. Se creen al nivel del Balón de Oro cuando apenas serían suplentes de verdaderos equipos competitivos. Esos sueldazos que impiden, por hache o por be, que podamos traer a buenos futbolistas de verdad. ¿Qué jugadores van a querer venir con esta verbena montada en Mestalla?

El amigo Gary, con buena voluntad pero sin acierto, fue otro error, Peter. No ha podido levantar a este vegetal. El enfermo es demasiado enfermo para un primerizo doctor. Se necesita sabia y psicología. Mucha. La regeneración es fundamental, a partir de junio, porque Peter, de nuevo, hemos fallado ahora en el mercado invernal. Se tenía que haber trabajado para sacar y meter. ¿Sabes lo peor, Peter? que todo el rato pienso en el bucle en el que hemos entrado. Otra vez como empezamos hace dos años. Media plantilla fuera. Media plantilla nueva dentro. Ridículo en la Champions, sin continuidad de una plantilla que ya no es grupo unido por sus diferencias. Y mientras, nosotros, los que lo sufrimos y padecemos.
Pertenezco a una generación que por suerte, sin haberlas ganado, ha podido vivir finales de Champions, que ha ganado ligas,  Copas del Rey, competiciones europeas...pero, ¿y los niños de ahora, Peter? Cómo les convencemos de que esto que les inculcamos como amor eterno es lo que deben entender y defender con orgullo para toda la vida, cuando lo único que reciben a cambio son derrotas tan dolorosas que sus padres no saben más que llorar e irse tristes (o cabreados) a dormir.

Permíteme una pregunta, Peter. Es personal. ¿Entiendes el sentimiento del valencianista por el Valencia CF? ¿De qué equipo eres, Peter? ¿Cuál es ése por el que siempre que lo veías te cambiaba el estado de ánimo dependiendo de si ganaba o perdía? Aquel por el que dejabas de cenar o dormir...
Quiero que entiendas que yo sigo creyendo en tu buena voluntad, pero la voluntad debe ir acompañada por la inteligencia, tu saber quehacer en los negocios debe verse reflejado en tu buenhacer para este club. Porque este juguete, el que compraste en 2014 por el capricho de hacerlo campeón, no es solo un club de fútbol. Es mucho más. Lleva la ilusión y el sentimiento de "millones de murciélagos". 

Antes de rehacerlo todo en verano, necesitamos salvar la nave, Peter. Porque si nos remontamos en el tiempo hasta 1993, podemos hacerlo también hasta 1986. ¿Sabes lo que pasó en ese año? ¿Te lo han explicado?. Nos vemos muy cerca, amigo. Y nos da miedo, mucho miedo. Pánico. No queremos revivirlo, Peter, sería demasiado duro para todos.
La gran mayoría, creían (y espero) sigan creyendo en ti. Pero debes entender que por tu bien y nuestro bien en general, y el del Valencia Club de Fútbol  en particular, no podemos dejar en manos inadecuadas e inexpertas los mandos de este barco, que como no lo reconduzcamos se va a pique, Peter. Coge las riendas, rodeate de gente de bien y desinteresada, olvídate del doblete y más "segundas partes" y arregla este desaguisado, aquí, no en la distancia. Aquí. Pon a cada uno en su sitio, y si ese sitio es lejos de Valencia, hazlo. Sin dudar. Es por nuestro bien, Peter.
Tu juguete es nuestro mayor sentimiento. No dejes que se rompa, Peter.


Óscar
@HinchaVCF

No hay comentarios:

Publicar un comentario