viernes, 10 de julio de 2015

Ser o no Ser

Ser o no Ser
Llama la atención el entorno periodístico en Valencia, el irónicamente llamado "gremio", y cómo se puede comparar con los medios de ámbito nacional. Es difícil hacer un análisis a tan peculiar rechazo obtenido hacia éstos por la afición blanquinegra y como, en la mayoría más ruidosa, queda reducida a una mínima aceptación hacia contados profesionales que comparten sentimiento e información valencianista a la par.

Es incuestionable la animadversión que provocan los comunicadores provenientes de zonas tan estratégicas como Madrid y Barcelona. Pero son éstos primeros los que con mayor crueldad campan a sus anchas con el beneplácito y apoyo manipulado e interesado, generando asco y rechazo global. No hace falta enumerar al clan de Florentino, a los boletines oficiales de la meseta. Solo oirlos, verlos o leerlos, se antoja como una labor de auténtica y heroica supervivencia. 

Sin duda el proceso de venta del Valencia CF ha dejado, cual Tsunami a su paso, a muchos periodistas tocados y heridos, en el punto de mira, sin caretas, mostrando sus vendidas vergüenzas. Muchos de ellos dirigidos por sus jefes "centrales". Obligados algunos, supongo, pero otros encantados de bailar al son de una melodía que rápidamente hizo ver al personal que la cosa no iba con ellos de sentimientos, sino de intereses. Contrarios a los del VCF, y eso sí que es para hacérselo mirar. Porque que un profesional de la información sea dentro de su ámbito privado de un equipo u otro es legítimo, pero que con noticias manipuladas provoque convulsión en el entorno del club, lanzadas precisamente con ese fin, el de desestabilizar al Valencia, no es de ser profesional, es de ser malparido. 

En 2014, y durante la interminable venta, muchos iban mareados, sin saber por dónde mirar ni a dónde ir, porque simplemente no la olían. Otros, y desde un principio muy claro, fueron a tirar dardos envenenados, y daba igual si la noticia contaba de una solidez fehaciente como para pensar que la noticia era la que era, aunque no gustara. Hasta hacía bien poco andaban como Pedro por su casa, entraban sin llamar, hacían y deshacían a su antojo, y aquel chollo se acabó con la entrada de Salvo. Sí, el malvado señor que no quiso contestar un whatsapp. El de las llaves. El que dijo "por encima de mi cadáver". 

Todo lo que estaba (y está) detrás del micrófono amarillo viene con tal carga de intoxicación que es complicado no verlas venir de lejos. Angustiosa fue la famosa entrevista al "Caudillo", curiosamente desde Madrid por el gran jefe. Otro que sí podría autoproclamarse, sin miedo a que nadie se escandalizara, como un verdadero Caudillo. El ínclito, que criticaba las supuestas formas autoritarias y despectivas del gran José María García (para mí El Periodista, en mayúsculas, y el espejo que deberían usar los jóvenes que quieren ejercer esta maravillosa profesión). Mientras uno preguntaba, su escudero se escondía, como hace siempre. El murciano no aparece en ninguna rueda de prensa, y prefiere siempre enviar a sus lacayos para que reciban los golpes que inevitablemente tiene que recibir en cada comparecencia. No es de extrañar el grito de "s'amaga", ganado a pulso y constancia. 

Las llaves Amadeo, las llaves. Creo que le faltó decir alguna vez (no sé si lo llegó a hacer) lo de "váyase, señor Salvo, váyase". Claro, como ahora tiene que llamar a la puerta para entrar, y no le abren... Los de antes filtraban exclusivas a cambio de darles buena imagen. Quid pro Quo. Ahora todo ha cambiado. Deben pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque se tuvieran que dar noticias tan tristes como las de las ventas de estrellas a precios de saldo. Eso no importaba porque todo estaba justificado. Ahora se lleva más el "quién paga a éste" o reirnos de las organizaciones en favor de la mujer. Lástimosamente todo vale, y para algunos está justificado.

Recuerdo cuando Diego López hace años le dio por seguirme en Twitter. ¡Alguien de la Cadena Ser! Debí parecerle interesante, pensé, pero poco después aprendí que muchos periodistas de aquí seguían a los aficionados para conocer más de cerca el sentir general en cuanto a las noticias referentes al Valencia. Algo que, por cierto, me parece genial. Es sorprendente, pero gratificante y satisfactorio, tener el nivel de interacción entre aficionados y periodistas. Pero luego ves como van cayendo como moscas, por su propio peso, con argumentos tan poco consistentes como absurdos. Los del micro amarillo tienen mucho de absurdo. Creo que quedará para la eternidad el tweet de El Larguero donde nos "íbamos" hasta Valencia para informarnos que no había oferta de Peter Lim.

Siempre recordaré la noche en la que habría una batalla entre Morata y Cotino, cada uno desde su emisora y con sus respectivos jefes que estaban enfrentados, por la posible destitución de Ranieri. El bueno de Nacho, otro al que algún oscuro interés en 2014 me ha hecho ver cómo caía el mito al suelo, mantenía junto con García que Pedro Cortés no se atrevería a echar al técnico italiano. Morata, autoconvencido de su mentira, aseguraba que mataban al entrenador. Era cierto que al Presidente de entonces le cegaban las ganas de cargarse al entrenador que trajo Roig, pero (y tal y como decía el de la Cope) no tenía apoyo en el Consejo como para perpetrar su antojo. El final lo sabéis, y para mí aquello desacreditó de por vida al marciano. 

Siento lástima por Guaita. Me caía bien en Radio 9, me parecía un tío valencianista, sencillo, con buena pinta detrás del micrófono. Lo quise oír alguna vez al poco de fichar por la SER, pero me di cuenta de aquel "valencianet" había quedado en nada tras su marcha de la pública. Demasiado títere. La venta dejó a muchos por el camino para mí, totalmente inhabilitados éticamente como para poder darles un mínimo de confianza en su día a día. Ojalá, todos aquellos que los oyen por el mero hecho de estar al tanto de sus bilis, algún día lo dejen de hacer, y provoquen el fin de una audiencia que involuntariamente les paga el sueldo. Me quedo con mis "amigos" Héctor Gómez, Carlos Bosch o Pascu Calabuig. Valencianistas, profesionales, constantes y honestos. Cercanos y fiables, con tan mala leche como buena intención. Del resto poco más. Los monchitos de las ondas seguirán viviendo de su malmeter. Qué pena, qué lástima.


Óscar

@HinchaVCF


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