viernes, 3 de julio de 2015

Salvo: la historia del guerrero

Amadeo Salvo
Durante mi letargo como columnista en Ciberche, en estos más de tres años, han pasado muchísimas cosas en torno al Valencia CF. Comencé la hibernación en el momento en que terminé por entender que con Emery se había terminado un ciclo, debido al desesperante y afligido conformismo de los que vitoreaban orgullosos el perenne tercer puesto, sin pena ni gloria, y acompañado por deprimentes torneos del KO, que nada hacían recordar nuestro pasado "bronco y copero". Aquellas últimas jornadas futbolísticas de la 2011-2012 en el que el de Hondarribia puso punto y final a su periplo por Mestalla. 

Pellegrino era el entrenador de la renovación, que comenzó una etapa de claros signos de vestuario podrido y acomodado por falsas estrellas a las que engañaban y se autoengañaban, pidiendo el oro y el moro en cada caso de renovación. Valverde trazó un camino de esperanza para recuperar una senda prácticamente perdida a mitad de temporada, con unos jugadores más motivados y cercanos a su nuevo jefe, al cual cerraron filas y casi le dan la razón si no fuera por la cagada de Sevilla. 

Fue poco antes de esa última batalla liguera, con un entrenador que en la previa ya les dijo a sus soldados que no seguiría, cuando en el club colocaron a un desconocido Salvo, de nombre Amadeo. Alguien que en principio venía a calentar sillón temporalmente, mientras se ultimaban los detalles de una quiebra inapelable, que bien podría acabar con la muerte de la institución. Para mí esta persona no era nadie, y no sería nadie, hasta que Soldado quiso mostrarnos el carácter de quien sería el salvador del club. "Si tuviera 400 millones no los invertiría en el VCF, porque sería a fondo perdido". La respuesta del Presidente me enamoró: "si se quiere ir, son 30 millones". Cuánto anhelaba a un máximo mandatario en el Valencia que exigiera la cláusula de rescisión en su totalidad. Sin titubeos. Acostumbrados resignadamente a malvender estrellas bajo el régimen "Lolo". Aquello fue el signo del cambio. Y lo "pusieron" ahí. Y cambió el sino de un club que estaba destinado a perecer bajo las garras de la casta, la caspa, los corruptos y vividores tóxicos que pululaban por aquel entonces como Pedro por su casa sin que nadie les hiciera frente. 

A Salvo lo de no convencer a Valverde para que continuara con su proyecto no le preocupaba, su plan era traer a Djukic, reclamado por la afición en detrimento de "El Flaco" un año antes, y por el que la mayoría nos congratulamos al confirmar la noticia de su contratación. La lástima es que antes se debía desinfectar el vestuario, enquistado problema sin resolver, y que se certificó con un primer enfrentamiento con el serbio en pretemporada al finalizar un entrenamiento cuando obligó a los jugadores a volver al hotel en bicicleta. Eso fue, sin saberlo, una primera pedrada del entrenador, culminada con la famosa rajada en Montjuic. Aquello sí fue el harakiri y la crónica de una muerte anunciada, a pesar de los intentos de frenada de cese mandados por Salvo. Éste no pudo evitar por enésima vez, poco antes de las navidades, que imperara el sentido común. 

Amadeo estaba convencido de que la culpa era la falta de profesionalidad de los futbolistas, encarcelados en sus incomprensibles egos de estrella malcriada que algunos se habían empeñado creerse. Y entre los cambios en la dirección deportiva y el banquillo llegaba el gran reto por el que Salvo se convertiría en héroe del valencianismo. Para muchos. Quizás para la mayoría. Para otros, el autor de que ya no pudieran ningunear dentro del entorno. El verdugo de Joma, antes de tiempo, para dar nacimiento al binomio VCF-Adidas, y acrecentar las posibilidades comerciales con una marca de primer nivel mundial vistiendo al equipo. Recogió el guante del acreedor que quiso actuar como dueño amparado en unos exdirigentes corruptos, vividores y cómplices de contratos y acuerdos que servían para ellos, pero no para el club. 

La refinanciación fallida dio paso a una guerra iniciada por la asamblea de las cartulinas, la que fue la gran pose de líder de Amadeo ante el mundo. El "aquí estoy, seguidme y venceremos", el "no pasarán". El proceso de venta fue un proceso de desgaste y angustias que llevó a la afición a salir a la calle espoleados por un Salvo que clamaba por la salvación del Valencia a través de la mejor oferta habida, la de Lim, quien supo quedarse al lado de quien tenía a la masa social de su lado. Árabes, rusos, americanos, Cerberus, Albeldas, Carbonis, y demás interesados (y posiblemente también engañados por los falsos compradores que en realidad nunca llegaron a existir como tales) acabaron sucumbiendo ante una Alianza formada por Salvo y Aurelio Martinez. Murieron ante la solidez del frente común del VCF y la Fundación, apoyada por los aficionados que solo veían en el grupo de Lim como la única manera para que el club no desapareciera. 

"Es muy difícil vencer a quien nunca se rinde" se erigió como el grito de guerra contra Bankia (convertido en enemigo principal de la trama) y resto de oposición en la carrera por el ansiado poder en forma de dueño. Por el camino quedaron infinitas noticias de dudosa credibilidad para poner en entredicho la fiabilidad del plan de los de Singapur. El chino no ponía ni uno, y su oferta estaba escrita en una servilleta, decían. El incansable "Guerrero" Amadeo no cejaba en su empeño de amarrar el sueño de Peter con hacerse con las riendas del VCF entre viaje y viaje a Asia, y quitarle de la cabeza sus volátiles pensamientos de abandono. La presión de algunos medios y diversos ambientes tóxicos generaban tal incertidumbre que solo los ases de Salvo conseguían revertir situaciones casi dramáticas que insinuaban la rendición. Ni las dos votaciones, con resultado aplastante a favor de Meriton, daban tranquilidad, y casi cada día aparecía una noticia contra el cierre de la venta. Y aún así, los de Singapur hacían guiños en forma de cesiones de jugadores que aumentaban el nivel de la plantilla. 

Y comenzada la temporada, con el equipo siempre en la lucha por el objetivo (por encima incluso de las expectativas iniciales), se alcanzaba el fin de una era de garrapatas que parasitaban en el Valencia CF. Meriton, con Lim, LayHoon, Kim Koh y compañía, se hacían con el control del club, siempre de la mano de Amadeo Salvo, El Guerrero, el que nunca abandonó en su idea de liberar la institución de los malvados. A partir de ahí, su imagen quedó para la posteridad. El Florero, como algunos le han querido llamar en modo despectivo, seguía ejerciendo la imagen de líder que representaba a una inmensa parte de la afición que gustosamente nos hemos sentido representados por él. Porque a mí, el "link" de la afición, sí me representaba. Porque mostraba su interés por el beneficio del club, a pesar de ir muchas veces contra corriente, y contra quienes daban por hecho su irreal superioridad contra él. "Miles de murciélagos podrán contra un buitre". Sus enemigos (muchos) tampoco le olvidarán. En el camino quedaron algunos, en las alcantarillas y escondites varios quedaron otros. Siempre al acecho.  

Salvo ha marcado el rumbo, ha señalado a quienes estaban, y querrían estar, para servirse y no servir al Valencia. El máximo accionista debe tener bien claro qué es lo que quiere y necesita la sufrida afición valencianista, y sobretodo a quienes no necesita esta entidad. Después entrará la pelota o no, juez incansable que determinará si el camino será con baches o de rosas hacia la gloria final. Los ansiados títulos llegarán tarde o temprano, posiblemente solo con paciencia alcanzaremos los sueños de la victoria, y no sabría decir para cuándo esta previsto que se cumplan, pero lo que sí tengo claro es que agradezco a quien pensó un día en poner a Amadeo Salvo como Presidente "florero" para un rato, en la poltrona de la que decían nunca querría levantarse, y arengó a una masa adormecida y resignada a la mediocridad, para sanear y salvar al Valencia Club de Fútbol. A mi Valencia. Gracias Amadeo por ser tan guerrero. Sé que volverás. Hasta pronto!

Óscar
@HinchaVCF

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