viernes, 11 de septiembre de 2015

Don Mario, le pido perdón

Le pido perdón, Matador. Mis más sinceras disculpas por apresurarme a desconfiar de unas palabras escritas en forma de tweet, que no le daban la medida adecuada a su valor. Cometí un error que suelo intentar no cometer y el que acostumbro criticar en caso de verlo en origen ajeno: opinar sin escuchar, y extraer contextos totalmente fuera del perímetro ético permitido. No tengo excusas. Y máxime si se trata del ídolo de mi infancia, el mito de una generación que nacía con dos derechazos, el que hoy por hoy tiene el nombre de Leyenda del Valencia CF. Viva, como él bien se apresura a recalcar. Insisto, D. Mario, debe usted perdonarme.

Me fustigaré con el látigo de castigo, y escribiré sin descanso: "no opinaré sin antes oir al protagonista". Una y mil veces. Hasta que se acabe la tiza. Puede que Kempes no maneje del todo bien aquello de los micrófonos, o seamos nosotros que no terminemos de encajar los modismos del castellano sudamericano para poder saber interpretar todo aquello que nos dicen desde el otro lado del charco. El caso es que, aun con complejidades de por medio, lo que cuenta el Matador no nos deja indiferentes, y siempre tiene puntada con hilo.

Mi gran equivocación fue caer en una tentadora frase para especular sin miramientos. El dardo a los empresarios no es un toque a Lim, pero sí va por Mendes, que en realidad no gestiona la dirección del club (aunque a algunos les guste jugar con una susceptible invasión de poderes innecesarios por alguien que no es empleado en nómina). Que a todos nos gustaría un fútbol marcado más por el sentimentalismo de los años 70 y 80 es un hecho, donde una generación descubrimos el balompié como religión a seguir, devorados por la fiebre a unos colores, y de la que ahora se adolece por completo.

Los tiempos han cambiado, pero los tiros no iban por ahí, aunque sea fácil para algunos creer encontrar la bala perdida y llenar el cargador. Siempre atentos para disparar al grito de ¡os lo dije!. Afortunadamente a Kempes ni le va ni le viene estas guerras, tiene la facilidad de esputar  opiniones sin maldad, pero con la voracidad de encender a las masas. A los afines y a los discrepantes, a unos por creencia y a otros por el oportunismo del ataque al enemigo en boca del mito argentino.

El razonamiento lógico debería embaucar a cualquier mortal desinteresado. El Matador lo utiliza en prácticamente todo el discurso de la otra noche. Reconocer que el VCF es un equipo joven, que hay que confiar pero esperar, apelando a los veteranos tirando del carro sin imprevistos en forma de lesiones, o que el Atlético tiene ventaja en confección de plantilla y edad de proyecto, o que el año nuevo se presenta con incremento de objetivos y competiciones a las que hay que darle tiempo para valorar, son buena muestra de esa coherencia en sus palabras. Sin ir más allá. Simples y directas.

De igual manera no deberíamos obviar que sus apariciones generan polémicas que son innecesarias, y que incluso por su propia imagen dentro del valencianismo se podría deteriorar por afirmaciones mal entendidas que dieran pie a un desentendimiento con la afición que no beneficia a nadie. Que es un cargo (simbólico) de la institución por su leyenda forjada con su nombre. Pero creo que a Kempes, esto, le da igual. Apela al "soy responsable de lo que digo, no de lo que tú entiendas" y así explica lo que dijo en su día con el tema de Gayà y su posible marcha al Madrid si éstos pagaban su clausula. 

Que a Nuno le hace falta un buen equipo alrededor para poder abordar con seguridad y de manera responsable el cargo de Manager, es evidente. Creo firmemente en la figura del Manager, pero el argentino tiene razón en que España no es Inglaterra (y además en muchos aspectos), y por ello el exceso de funciones hará rebosar un vaso que precisamente ahora tiene riesgo alto de desbordamiento. La amenaza de guerra y el estado de "Def con Dos" permanente desde mayo, con el jefe del área deportiva, no permite dar pasos en falso. El Matador lo advierte.

Y el guiño a Salvo no podía faltar. Quizás Meriton, y toda la cúpula, podría rebatir con pruebas evidentes de que Amadeo se fue porque no había nada que pudiera hacerle cambiar de opinión, ni de funciones y poderes, ni por cuestiones económicas o de disponibilidad familiar. Su marcha era una cuestión de caducidad anunciada a los cuatro vientos con anterioridad y claridad meridiana. Y ante ese abrazo metafórico al expresidente a mí no me queda más remedio que volver a darle la razón. 

Recitificar es de sabios, dicen. Por todo ello, Don Mario Alberto, permítame que insista en pedirle mis más sinceras disculpas, por dudar de usted, por creerme por un momento el Judas de una generación que le idolatramos como nuestro Dios que fue, es, y seguirá siendo. Por las tardes y noches que nos hizo disfrutar del fútbol, por ser el protagonista cuando nuestros padres nos presentaron el deporte rey. Porque usted, Matador, era el Mago del balón en Mestalla. 

Óscar
@HinchaVCF

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